domingo, junio 13, 2010

LA FABULA DE CARLITOS EL PUERQUITO

Esta érase la historia de Carlitos, un puerquito acostumbrado a la buena vida. Llegose un viernes por la tarde y este salía del colegio. Riendo iba el pequeñuelo mientras Aníbal la jirafa iba detrás suyo llevando su mochila colgada del cuello. "Aníbal, ¿sabes que tal le esta yendo a Jerónimo después de la mudanza?"- "Le va muy bien a esa rata de alcantarilla. Después de haberse inundado su hogar y ver que la construcción fue muy mala, empezó a usar nuevos materiales para formar su alberca. ¡Castor endemoniado! Ojala y no le pase nada malo ahora que sabemos que la creciente del río esta subiendo".

Preocupados los dos frente a este ultimo tema fuesen dirigiendo a casa de Carlitos. "¡Mira pequeño, mira!"- decía Aníbal mientras fijaba su mirada en Rodolfo una mula vieja que encontrábase siempre vagando por los pastizales en búsqueda de algún transeúnte que al no dirigir sus pasos perdiese el rumbo fijo.

"¿Qué sucede Aníbal?, ¿qué pasa con Rodolfo? ¿Qué acaso no es común verlo allí rondando de lejos?"-contentose el pequeñuelo.

"No pequeño. No es eso. Simplemente te pido que lo mires con detenimiento. Esa vieja mula trae algo bajo sus patas. ¿Puedes notarlo Carlitos?"- le pedía con insistencia la jirafa.

"¡Sí!, ya puedo apreciarlo. ¡Brilla mucho Aníbal! ¿Qué será? ¡Vamos a preguntarle. Vamos!".

"Esta bien muchacho, pero con cuidado porque esa mula pleitista es demasiado cargosa. No en vano han pasado los años."

Iban entonces los curiosos en busca de respuestas ante tal situación. Y encontrando a Rodrigo algo más que desorientado le pregunto la jirafa: ¿Qué es eso que traes bajo tus patas?, ¡cochina mula mercenaria!

"Nada que te incumba asqueroso cuello andante. Tú y tu prole como siempre estirándose por donde no les llaman. ¡Déjate del alboroto! Y vete a llevar a esa peste de criatura a su casa. ¡Bien te dicen niñera! Jajajja" - lanzo a reírse la mula.

"Te dije que con este viejo parlante no podríamos conversar. ¡Es un necio y malcriado!"- le dijo indignado Aníbal a Carlitos.

Entonces, el pequeño puerco dirigió su atención a la mula y palpándole el lomo le dijo: ¿por qué te comportas de esa manera? Comprendo que por tu edad te coloques en una situación ofensiva agrediendo a todos las personas que piensas invaden tu camino, pero ¿qué acaso no deberías dejar de lado tu pose de omnipotente, y ¡Oh, preciada mula! Dejar que los demás podamos dirigirte tan solo la mirada?. No hay nada de malo en lo que Aníbal te estuvo preguntando, saber de ese objeto brilloso solo queríamos. ¿Qué acaso Dios en su omnipotencia se acordó de ti y te lo ha otorgado, o simplemente lo encontraste y tu egoísmo e ignorancia no te permite compartirlo?”

Rodrigo se quedo atónito con las palabras de Carlitos. Mirándose sorprendidos mula y jirafa decidieron hacerse a un lado, y luego de haber tocado una plática en privado pareciesen haber quedado de acuerdo.

"Mira niño. Te entrego esto como un objeto preciado. Recuerda que es cierto que la vejez te ayudara a conocer diversas situaciones en la vida y las enseñanzas serán muchas, pero mientras sigas manejándote así sabrás también que tu vida será mas plena y duradera con quienes te rodean. Veme a mi, viejo y descarrilado, puesto que en esta vida no tome un rumbo fijo y anduve tras mis pasos buscando respuestas que quizás ya había hallado. ¡No muchacho!, no te adelantes nunca frente a las conclusiones de otros. Guárdate como hoy y escucha. Se resolutivo, y como bien te has comportado toma las cosas con cautela que si conservas el carácter demostrado la vida te apremiara enormemente." - le menciono Rodrigo a Carlitos. Y diciendo esto, la mula saco de entre las patas traseras un objeto pequeño cuyo brillo era sorprendente. Una piedra como el sol reluciente que dejo atónitos al cerdito y la jirafa.

"Guárdalo con cuidado"- le insistía Rodrigo- "que esto siempre te recuerde que así como el sol brilla en esta simple piedra, hasta un pequeño como tu puede ser muy reluciente."

Y con estas palabras impregnadas en la mente, el pequeño marrano tomo la piedra encantada, como el concebía, la coloco en la mochila y llévasela en el cuello de Aníbal.


"El mármol por precioso que sea no tiene valor alguno si la mano del artista no se la da. Se tu el artista." (Quo Vadis)

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