jueves, diciembre 30, 2010

FEEL

Con el mentor de ensueños brujos fui de la mano tratando de hallar entre tantos un encantador de serpientes que mirase a mis ojos y decididamente de esta cobra convirtiese una danzante. Y tocando la flauta fue moviéndome con música, y con el paso de las notas en el aire van las coplas de mi cuerpo.

Con la do que adorna la re, acompaña el sol a la fa que deja a la mi pensando en si. ¿Y la?... acompañando a do, re, fa, y mi. En el paraíso del soneto que ensancha los pulmones, en el perturbado aliento de tu garganta. Con cada sueño y anhelo, esta la música, el ritmo, la melodía, y la nota musical.

Mi vida música en sus manos, mi cuerpo instrumento de su impulso. Sexo en la alcoba, manuscrito de insinuación consumida en composición. Compartir de saliva esclava, y sonidos complejos de sinfonía pura. Cada sonido un fonema, y uno en particular que denota el sentido del artista que talla con el cuerpo la canción hecha arte, destreza y maestría del genio encantador.

Y ME PREGUNTO: ¿QUIÉN SOY?

Dos instantes pocos comunes. Dos razones para añorar un presente, y un motivo para atesorar el pasado. Cuando las cosas se tornan difíciles, cuando la sepultura deseas con ansias, cuando el enojo se desprende del alma, y descubres con extrañeza la soledad de una vida.

No hay nada dentro, no hay más que un deseo. Pero, a la vez existe un suplicio y con este un dolor profundo. Enfrentar los momentos, darle cara a las circunstancias. Ir por la vida sin rumbo, caminando con cabeza baja, pensando en los rencores, en remordimientos en vano. Y todo un dolor que en nada ayudan a ser mejor sino parte de un absurdo complejo de culpa que incrimina y delata tu desfachatez. La burbuja de mentiras, el rompecabezas del destino que se vuelve turbio, y con cada pensamiento: alargado.

Siempre con el trastorno, con la mentalidad ociosa. Con el hambre desecho, con la angustia suprema y las memorias pasadas. Caminante sin ostentación, con la brújula rota, perdiendo el sentido, por momentos sola y vacía. Y no se cuenta con nadie, y no se tiene el apoyo, y se pierde el sentido de la humanidad, del compañerismo y de familia.

Sin esperar más que tu anhelo, por momentos dudando, por momentos decidida a soportar el melodrama, a consumirme en las culpas, a reprimir sentimientos o simplemente racionalidad innata. Y en esa pose de niña fresca, pero por dentro molida y desecha. Con el narcótico en mis venas, procurando darme sentido.

sábado, diciembre 25, 2010

TIJERAS

Súbitamente un tropiezo. Caída nuevamente en el bodrio camino de la locura. Llenada de impotencia y vergüenza, mas mi cara delataba otra cosa. Sentada a la orilla de la banca en el parque esperando un socorro, una mano amiga, una sacudida de piernas.

Llamada en mi auxilio, comunicándome con alguien. Yo ofreciendo mi confianza, imponiendo mis caderas a deleite de los ojos no humanos, de los sutiles susurros de un parque encantado con animales rondando y procurando en ese preciso instante placer al oído de quien se acostumbra a caminar entre los árboles o entre una cortinada humareda de niebla seguida de aire fresco.

Y llegando él a ayudarme, sosteniendo en sus manos una herramienta. De filo implacable, con dos ojos en el que se incrustaron sus dedos que sujetándola estaban. Y sin temor me anticipa a lo lejos sentada, esperando su llegada. Implorando su socorro, implorando que con tijera en mano pudiera sacarme del momento de vergüenza, pánico de tiempo y deshonra del dinero.

Sin temores, amortiguada en instantes. Penetrando su mirada le decía yo que tomara mis manos la tijera y cortase ese impedimento k me alejaba del encuentro de mi tarea diaria, que perturbaba mi cimiento exacto de puntualidad y tolerancia cero. Yo cortando las tiras de la sandalia y convirtiéndola en un zueco. Érase en ese momento mi calzado en manos nada mas que eso, materia. Cosa que se compra y se descarta.

Y tirando las tiras en la basura fui caminando a su lado hacia mi trabajo, cruzando el parque y la autopista. Yo con incomodidad arrastrando la basta entre mi talón y la sandalia, y él perplejo y algo sorprendido conmigo. Éramos mi jefe y yo rumbo al trabajo, yo marcando la tarjeta minutos antes de mi tiempo, y el retirándose a su oficina.

 
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