Dos instantes pocos comunes. Dos razones para añorar un presente, y un motivo para atesorar el pasado. Cuando las cosas se tornan difíciles, cuando la sepultura deseas con ansias, cuando el enojo se desprende del alma, y descubres con extrañeza la soledad de una vida.
No hay nada dentro, no hay más que un deseo. Pero, a la vez existe un suplicio y con este un dolor profundo. Enfrentar los momentos, darle cara a las circunstancias. Ir por la vida sin rumbo, caminando con cabeza baja, pensando en los rencores, en remordimientos en vano. Y todo un dolor que en nada ayudan a ser mejor sino parte de un absurdo complejo de culpa que incrimina y delata tu desfachatez. La burbuja de mentiras, el rompecabezas del destino que se vuelve turbio, y con cada pensamiento: alargado.
Siempre con el trastorno, con la mentalidad ociosa. Con el hambre desecho, con la angustia suprema y las memorias pasadas. Caminante sin ostentación, con la brújula rota, perdiendo el sentido, por momentos sola y vacía. Y no se cuenta con nadie, y no se tiene el apoyo, y se pierde el sentido de la humanidad, del compañerismo y de familia.
Sin esperar más que tu anhelo, por momentos dudando, por momentos decidida a soportar el melodrama, a consumirme en las culpas, a reprimir sentimientos o simplemente racionalidad innata. Y en esa pose de niña fresca, pero por dentro molida y desecha. Con el narcótico en mis venas, procurando darme sentido.
No hay nada dentro, no hay más que un deseo. Pero, a la vez existe un suplicio y con este un dolor profundo. Enfrentar los momentos, darle cara a las circunstancias. Ir por la vida sin rumbo, caminando con cabeza baja, pensando en los rencores, en remordimientos en vano. Y todo un dolor que en nada ayudan a ser mejor sino parte de un absurdo complejo de culpa que incrimina y delata tu desfachatez. La burbuja de mentiras, el rompecabezas del destino que se vuelve turbio, y con cada pensamiento: alargado.
Siempre con el trastorno, con la mentalidad ociosa. Con el hambre desecho, con la angustia suprema y las memorias pasadas. Caminante sin ostentación, con la brújula rota, perdiendo el sentido, por momentos sola y vacía. Y no se cuenta con nadie, y no se tiene el apoyo, y se pierde el sentido de la humanidad, del compañerismo y de familia.
Sin esperar más que tu anhelo, por momentos dudando, por momentos decidida a soportar el melodrama, a consumirme en las culpas, a reprimir sentimientos o simplemente racionalidad innata. Y en esa pose de niña fresca, pero por dentro molida y desecha. Con el narcótico en mis venas, procurando darme sentido.
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