Quieren cambiar su vida a su modo. Quieren de pronto subirlo al carrito de la hipocresía. Y quieren acostumbrarle a una vida de lujos. Pero, no puede haber mejoría. Su cuerpo delata su agonía, sus pies hinchados no se conforman con pasos leves. Su corpiño le quita el aire y las palabras. Ella no quiere ser sometida a una sociedad pujante y ausente.
De la mano con prejuicios preocupantes, la encorva en su peso lejano. Y se forma la joroba exuberante que guarda consigo el pasado. Toda esa mentalidad que daña las neuronas y que corroe sus glóbulos, ya no rojos. Toda esa porquería que desata en un grito efusivo y fuerte que se oculta dentro de su alma.
Y ella no siente que deba seguir su camino, no quiere subir al coche donde a partido. Ella solo quiere seguir un rumbo que trazará con la crudeza del destino. Pero pronto se tejen los hilos. Y va yéndose consigo las trabas. En una cabeza blanca, en unas manos grietas, en un rostro con arrugas, en un paso leve. Allí se dirá si fue buena o mala la decisión tomada.
Se entretiene con razones justas, con un pequeño pedazo de tierra seca, y ve florecer jazmines en invierno. Se cubre el rostro y engloba en sus ojos lágrimas que con la velocidad de la luz han cubierto sus mejillas, y esta lista para el turbio agua de río sucio que se acopla entre sus piernas. Suave, terca, lozana.
Muchos piececitos junto a su cama, muchos caminitos estrechos entre sí, pero solo uno es el que ella escoge, uno para su vejez o devenir. Cansada del bodrio de esta cojudeza, encaminada a enseñarles a todos que uno es quien elige. Convencida de que nada es lo que parece, se alista y toma la rendija para dejar en ella una visión presente.
No corrompas tu vida pequeñita extrañeza, muchachita de lujos y detalles. No corrompas tu vida con normas secas, inflingidas por años con pesares. No dejes que el destino se preste a cruel rudeza, de manifestar en tus ojos que ha vencido. No te dejes muchachita linda, no apartes la sonrisa de tu lado.
De la mano con prejuicios preocupantes, la encorva en su peso lejano. Y se forma la joroba exuberante que guarda consigo el pasado. Toda esa mentalidad que daña las neuronas y que corroe sus glóbulos, ya no rojos. Toda esa porquería que desata en un grito efusivo y fuerte que se oculta dentro de su alma.
Y ella no siente que deba seguir su camino, no quiere subir al coche donde a partido. Ella solo quiere seguir un rumbo que trazará con la crudeza del destino. Pero pronto se tejen los hilos. Y va yéndose consigo las trabas. En una cabeza blanca, en unas manos grietas, en un rostro con arrugas, en un paso leve. Allí se dirá si fue buena o mala la decisión tomada.
Se entretiene con razones justas, con un pequeño pedazo de tierra seca, y ve florecer jazmines en invierno. Se cubre el rostro y engloba en sus ojos lágrimas que con la velocidad de la luz han cubierto sus mejillas, y esta lista para el turbio agua de río sucio que se acopla entre sus piernas. Suave, terca, lozana.
Muchos piececitos junto a su cama, muchos caminitos estrechos entre sí, pero solo uno es el que ella escoge, uno para su vejez o devenir. Cansada del bodrio de esta cojudeza, encaminada a enseñarles a todos que uno es quien elige. Convencida de que nada es lo que parece, se alista y toma la rendija para dejar en ella una visión presente.
No corrompas tu vida pequeñita extrañeza, muchachita de lujos y detalles. No corrompas tu vida con normas secas, inflingidas por años con pesares. No dejes que el destino se preste a cruel rudeza, de manifestar en tus ojos que ha vencido. No te dejes muchachita linda, no apartes la sonrisa de tu lado.
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