martes, julio 14, 2009

Mentiras Parte I

Hace más de un año ya. Creía conocerle, pero no era cierto. Las conversaciones locuaces y pintorescas escondían entonces un propósito. Éramos buenos amigos. Por esos meses mi único confidente. Quizás el más pendenciero, quizás el más elocuente, quizás también un bromista, aunque haya sido poco sonriente.

Un comentario nos unió en ese universo fascinante de la Red, y desde el primer día que conversamos me parecía conocerte. Fue sumamanete graciosa la forma en que lo hicimos, pero fueron más divertidas nuestras conversaciones hasta tarde. Políticos, cómicos, científicos, cultos, escritores, didactas, críticos, poetas, músicos, artistas, filósofos, creyentes, no creyentes, jueces, no jueces.

Y fuimos contrincantes en diferentes batallas, pero nos aliamos en muchas que nuestro mutuo interés causaban. Sí, bueno, fuimos buenos amigos. Pasaron los meses y eran constantes las carcajadas, las amanecidas, las cojudeces que me rodeaban. Debo admitirlo, yo empecé con ese juego. A modo de diversión, y locura instantánea no medí las consecuencias de mis actos, aquellos que capaz provocaron esa estupida sinrazón de verme luego entre tus brazos.

Unas fotos en ropa íntima bastaron. Con ellas, desperté tu ego acostumbrado a deleitarse con cuerpos esbeltos; acostados sobre tu pecho, en tu lecho, o sobre algún soporte de periódico ambientado. Dícese entonces del animal enfurecido que encontró un sorbo de agua pura caída de un súbito manantial que floreció de repente en aquel espacio desértico que alimentaba su ansiedad.

Y la inocencia corroe a veces al espíritu más fuerte, capaz de tolerar potentes emociones, o divagar entre las más profundas y oscuras fantasías. Así fuiste tú: cachorro presa de la tentación, te di un hueso apetecible y te rendiste rápidamente. Que te sujetarías con fuerza a la soga para no lanzarte sobre mi cuerpo, que tenias fuerza de voluntad y no caerías tan fácilmente. Pero que difícil fue mantener tu posición todo ese tiempo, y de un simple espectador quisiste ser parte del espectáculo.

Nadie como tú supo entender mi posición respecto al amor y la alcahuetería de estar enamorados, que parecíamos entender lo del amor liberal y el darse por completo sin privarnos la libertad de volar, y seguir con nuestras vidas de manera natural. Y, ¿porqué no? si no hacíamos nada malo. Pero he allí el bichito de la ilusión y lo que consigo trajo, que siempre respete tus horas, teníamos un horario. Que siempre pensé en ti y me preocupe. Y creí que me estuve enamorando.



0 comentarios:

 
LA MUSA © 2008 Template by Exotic Mommie Illustration by Dapina