lunes, octubre 23, 2006

A tu memoria

Pequeña y de gustos raros, saltabas e inclinabas tu cuerpo empeñada en alcanzar el objetivo. No te conformabas con una, querias varias, y esperabas el momento opurtuno para hacerlas presas de tu ansia de apetito incontrolable. Se había olvidado de ti, no te recordaba, no venia ni te buscaba, caminaba por allí sin darte importancia.

El mundo era extraño para ti, apenas cubría unos 50 x 80 cm. de alrededor, no podías moverte y sentías cada día ese pesar, la libertad. Pusiste tus patas sobre la luna y te percataste como muchas veces que ese no era tu lugar.

Extrañabas lo pasado y tus lagrimas se confundian con el agua sucia y repugnante, que aturdía tu pequeña cabeza puntiaguda y prehistórica. Te ahogabas, te asqueabas y no podías expresar más que sufrimiento. Te hacías debil y tu cuerpo se transformaba en un pedazo humedo y mogoso pegado cada vez más a tus órganos internos.

Estabas debil, super desnutrido y seguía pasando por allí sin prestarte atención, te había abandonado. Las ansias locas, el deseo empedernido por cumplir contigo y hacerse cargo de ti se habían ido. Andaba ocupada y el pretexto fue tal, que pasaste al olvido.

No podías más , era grande el sufrimiento, el dolor acaba con tus ganas de sobrevivir en el campo donde se concentraba tu hedor, tu porqueria, tu resentimiento. Esé donde la tristeza, amargura, odio y rencor, se apoderaron de tu vida, y por ello deseaste su mal, su pesar, sus lagrimas, su muerte.

No tenias fuerzas, ya era muy tarde, la muerte te acechaba y lo sabías. Te preparabas y con un último aperitivo quiziste alcanzar la gloria, pero no pudiste. Te rendiste, te abatiste, cerraste los ojos y nunca más los abristes. Por fin fuiste libre.

Tu cuerpecito inerte siguió en la pecera, despúes de muchos días, y se percató de tu existencia tras observar el agua marrón oscuro que se impregnaba de un olor repuganate. No te podía ver, habías muerto. Cual fina hoja de papel flotabas en el agua inmunde, y tu deformidad era tanta que lograste que derramara lagrimas, que sufriera y que se abatiera ante aquella escena, ante aquél drama que sentenciaba su falta de responsabilidad y la forma en que se convirtio en un monstruo vulnerable.


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