
He sobrepasado el limite de la cordura y evadí las normas dadas por los hombres, he cometido un castigo al jugar peligrosamente con el instinto innato de pantera hambrienta por seducción.
No he de juzgar jamás los deseos de las mujeres que por incomprensión caen en el laberinto de la pasión y solo por eso dejan de lado su posición de mujer, presas entonces de su adicción, del afán de ser queridas y de ser amadas. Quizás fui presa también, y por ello aunque viva en libertad caí sobremanera por mi propia culpa. Porque quise ser parte de…
Al final cabos se atan a la frontera del vicio y desato con razón mis memorias pasadas, dícese que pudo ser mejor, quién termina por entender por fin el simbolismo. Creo que a pesar de todo, con los muchos tropiezos supere todo lo que pude y he de vivir para contarlo. He de vivir para reírme. He de vivir para seguir amando. Y si pierdo nadie sabe, y si gano “grande Dios y mi destino”.
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